Fotos: Flavia de la Fuente

...

.

martes, 25 de agosto de 2020

Ludwig van Beethoven (Ep.9)

Programa 435 (13/VI/2020) 
"Contra viento y marea"

Viena, 20 de junio de 1801
Querido Franz: 
Durante este último invierno me sentí realmente mal, pues tuve ataques de verdad terribles de cólicos y de nuevo recaía del todo en la condición anterior. Y así permanecí hasta hace unas cuatro semanas cuando fui a ver a Bering. Pues comencé a pensar que mi situación exigía la atención de un cirujano y en todo caso tenía confianza en él. Bien, consiguió controlar casi del todo esta violenta diarrera. 
Recetó baños tibios en el Danubio a lo cual tenía que agregar siempre un frasco de ingredientes fortalecedores. No recetó medicinas hasta hace unos cuatro días en que me ordenó tomar píldoras para el estómago y una infusión para el oído. Puedo decir que como resultado de todo esto me siento fuerte y mejor; pero mis oídos continúan zumbando y gimiendo el día y la noche. 
Debo confesar que llevo una vida miserable. Durante casi dos años he dejado de asistir a mis obligaciones sociales, porque me parece imposible decir a la gente: estoy sordo. Si tuviese otra profesión podría afrontar mi enfermedad, pero en la mía es un inconveniente terrible. 
Y si mis enemigos, de los cuales tengo buen número, se enterasen del asunto, ¿qué dirían?. 
Para ofrecerle una idea de esta extraña sordera le diré que en el teatro tengo que sentarme muy cerca de la orquesta para comprender lo que el actor dice, y que a cierta distancia no puedo oír las notas altas de los instrumentos o las voces. Con respecto a la voz hablada, es sorprendente que algunas personas jamás hayan advertido mi sordera, pero como siempre fui propenso a episodios de distracción atribuyen a eso mi dureza de oído. A veces apenas puedo oír a una persona que habla bajo consigo oír los sonidos, es cierto, pero no puedo distinguir las palabras. Pero si alguien grita, tampoco lo oigo. 
Sólo Dios sabe en qué me he convertido. Bering dice que mi oído ciertamente mejorará, aunque es posible que o pueda curarse del todo la sordera. A estas horas a menudo maldigo el camino de la resignación. Si ello es posible, desafiaré mi destino, aunque creo que mientras viva aquí habrá momentos en que yo mismo seré la criatura más desgraciada de Dios…
¡La resignación, qué desdichado recurso! Sin embargo, es todo lo que me resta… 
Ludwig van Beethoven 


Escuchar audio del programa: